Fugitivo que escapó de la Cárcel de Alcatraz hace 50 años, le envía una carta al FBI

Hombre que escapó de la cárcel de alcatraz le envía una carta al FBI después de estar libre por 50 años


La noche del 11 al 12 de junio de 1962, tres reclusos huyeron de forma inadvertida de la prisión de máxima seguridad de Estados Unidos y desaparecieron para siempre. ¿Lo lograron? Más de medio siglo después, la fuga de Alcatraz sigue desconcertando a los expertos y aún genera un enorme revuelo de opiniones y hechos contradictorios.

1. Una nota desde el más allá

Una sencilla carta manuscrita llegó un día a una pequeña estación de Policía ubicada en el barrio Richmond de San Francisco. Las escalofriantes palabras tomaron vida fuera de la misiva. “Mi nombre es John Anglin. Me escapé de Alcatraz en junio de 1962 junto a mi hermano Clarence y Frank Morris”. Y la carta siguió: “Sí, todos lo logramos esa noche. Bueno, por poco”.
Este fue apenas un nuevo giro en más medio siglo de misterios. La fuga de Alcatraz es uno de los escapes de prisión más legendarios de la historia y el destino de los involucrados sigue sin resolverse hasta estos días. Pero, tal como lo indica la críptica carta, los fugitivos pudieron haber sobrevivido. ¿La misiva era genuino o alguien estaba jugando una broma pesada?


2. Un misterio para siempre

Las agencias de EEUU encargadas de hacer cumplir la ley aún desconocían el destino de los fugitivos de Alcatraz. Pero esta única carta fue tan impactante que el Departamento de Policía de San Francisco la mantuvo fuera del conocimiento público durante un lustro. Sin embargo, todo cambió en enero de 2018.
Desde 2013, los análisis interminables de la letra de la carta y los oscuros detalles que contiene la misma no han sido concluyentes. Pero la misiva fue lo suficientemente convincente como para que el FBI decidiera reabrir la investigación del caso de forma oficial. ¿Qué hizo que esta revelación fuera tan increíble? ¿Por qué después de 56 años este caso seguía siendo tan era tan estremecedor?

3. El último testigo
Jim Albright fue el último guardia en abandonar Alcatraz. Dos meses después de que apareciera esa misteriosa carta, el FBI reabrió el caso y el guardia fue entrevistado por medio de San Francisco para conmemorar el 55 aniversario del cierra de la prisión. Albright fue consultado sobre qué pensaba acerca del destino de los tres fugitivos.
El ex carcelero notó que el autor de la misteriosa carta había mencionado que tenía 83 años y que tenía cáncer y por ello creyó que todo fue un truco para conseguir asistencia médica. “Esto depende de si me estás hablando a mí o a su madre”, afirmó Albright. Y añadió: “Yo creo que se ahogaron. Realmente lo creo así”. Pero, ¿qué sucedió en realidad?

4. “La Roca”

Ubicada en las frías aguas de la Bahía de San Francisco, la Penitenciaría Federal de Alcatraz fue una de las prisiones más famosas del planeta. Esta fortaleza de máxima seguridad se había convertido en el sitio donde las fuerzas de Seguridad de EEUU destinaban a los criminales más peligrosos. Debido a su ubicación, Alcatraz mantenía a los presos en total aislamiento.
Apodada “La Roca”, la prisión de Alcatraz se ganó una reputación de más de 29 años como el “final de la línea”. Desde su diseño hasta su severo régimen de guardias pasando por su entorno geográfico, este era un lugar del que se sabía que ningún recluso volvería. Y muchos de ellos lo descubrirían a través del camino difícil.

5. Sin precedentes

En Alcatraz no faltaron las sombrías estadísticas de quienes intentaron escapar y fracasaron. Incluso hubo una rebelión en la que los prisioneros capturaron el puesto de un guardia. Esto requirió la intervención de los infantes de marina de EEUU. El total de las 14 fugas de Alcatraz había fracasado y, con frecuencia, los fugitivos perdían la vida.
Lógicamente, los guardias se habían convencido de que Alcatraz era invencible y que cualquier fuga significaría un fracaso para quien lo intentara. Pero hubo un caso diferente. Tal como sucedió, la combinación de personas involucradas -cada una con su propia experiencia- sería más exitosa de lo que nunca nadie podría haber imaginado.

6. Niño problemático

A los 11 años, el niño Frank Lee Morris nacido en Washington D.C. se había quedado huérfano y su futuro no mostraba nada bueno para él. El tiempo indicó que usó su notablemente elevado IQ para el lado del crimen. A los 13 años fue ingresado a los archivos policiales. A los 20, ya era un criminal experimentado.
Pero este astuto joven extraviado pasaría a las primeras planas de una forma que nadie imaginaba. Morris sabía cómo escapar de las cárceles. Lo había hecho antes. Y fue precisamente esta experiencia la que lo impulsaría a ser el líder de la fuga de la prisión más complicada de la historia moderna.

7. Como carne y uña

“Mi nombre es John Anglin…”, Así comenzaba la carta enviada al Departamento de Policía de San Francisco. El presunto escritor y su hermano Clarence fueron las otras piezas de la ecuación en la famosa fuga de Alcatraz. Si Frank Lee Morris era el cerebro, los hermanos Anglin fueron los músculos.
Nacidos en Georgia en el marco de una familia de trece hijos, sus padres eran trabajadores agrícolas nómades que viajaban de acuerdo con las estaciones en busca de trabajo. Puede perecer trivial para ese ese momento pero fue precisamente este estilo de vida el que les enseñó a John y Clarence una habilidad de crítica importancia.

8. Grandes nadadores

Los padres de Anglin mudaron a su familia al norte para recoger cerezas en el verano y su búsqueda de trabajo los llevó hasta el lago Michigan. Fue allí donde John y Clarence aprendieron a destacarse em en la natación. ¡Y lo hicieron en aguas heladas!
Compañeros en el crimen desde temprana edad, los dos hermanos eran inseparables. Para bien y para mal. Así como Frank Morris, en los primeros años de la adolescencia ya estaban huyendo de la ley. No fueron pocas las veces que escaparon, robaron, fueron atrapados y volvieron a huir. Pero pronto esto iba a cambiar.

9. Los caminos se cruzan

La Penitenciaría Federal de Atlanta fue el sitio en el que tuvo lugar una reunión casual de autores intelectuales de crímenes. Mientras cumplían una condena por robo, los caminos de John y Clarence Anglin se cruzaron con el de su futuro cómplice Frank Morris, que cumplía una pena de diez años. Como ellos, Morris tenía la costumbre de saltar la valla.
De forma continua, los hermanos Anglin intentaron huir de allí. Morris, a su vez, fue transferido a la Penitenciaría del Estado de Luisiana y logró escapar pero un año después de su fuga fue capturado por robo. Otra vez el destino los reuniría. Esta vez, en Alcatraz, de donde no habría escapatoria.

10. El otro recluso

Además del mentado trío, hubo un último jugador: Allen West. También era un ladrón que se había abierto paso por el circuito de prisiones del sur donde había conocido a John Anglin. West tenía una historia de intentos de fuga pero ahora estaba confinado en Alcatraz.
West era conocido por su arrogancia pero también por su astucia. Mientras cumplía su segunda sentencia en “La Roca”, luego de tres años llegaron Frank Morris y los hermanos Anglin. Un día, mientras limpiaba, encontró algunas viejas hojas de sierra.

11. La fábrica de Alcatraz

De pura casualidad, West se topó con las sierras que alguien había olvidado. Sin embargo, los reclusos de Alcatraz tenían muchos recursos a su disposición ya que fabricaban muebles y ropa para el ejército de EEUU.
Al ser detenidos por delitos no violentos, en diciembre de 1961, West, Morris y los Anglin fueron ubicados en celdas adyacentes, lo que les daría una gran ventaja. Debido a sus estatus, los guardias los consideraron poco sospechosos y recibieron menos atención de su parte. Pero hacer la vista gorda sería la perdición para ellos.

12. El equipo

Esta fue la tormenta perfecta para el genio criminal. Frank Morris, John y Clarence Anglin y Allen West comenzaron a diseñar con cuidado lo impensable: escapar de la prisión federal en la isla de Alcatraz. La imposible hazaña requeriría de un meticuloso plan.
Ellos sabían que cualquier error les costaría la vida porque los guardias tenían instrucciones de disparar con balas de verdad ante cualquier sospecha de fuga. Los guardia cárceles jamás podrían saber que algo estaba en marcha. Para engañarlos, al equipo se le ocurrió una idea descabellada. Decidieron dejar maniquíes de tamaño natural en sus camas. ¿Cómo los fabricaron?

13. Artesanos de muñecos

De forma natural, el perspicaz Frank Morris se convirtió en el líder del grupo y cada miembro recibió su propia tarea. Todos tenían que ayudar a reunir las herramientas necesarias y cada recluso era responsable de cavar su propia ruta para escaparse. Sin embargo, fabricar los muñecos era el trabajo de John y Clarence Anglin.
Los hermanos utilizaron los materiales más rudimentarios que tenían a su disposición. Cuando se afeitaban, mezclaban elementos cotidianos como jabón y papel higiénico para crear una sustancia similar al papel maché. Así, pintaron los muñecos con pinceles y óleos de la prisión. Finalmente, sólo necesitaban un detalle más: pelos. Los consiguieron de los cortes que hacía el peluquero de la prisión.

14. Fabricantes de herramientas

Una cuchara, una sierra, el viejo motor de aspiradora… todo serviría. Lentamente y pieza por pieza, el equipo reunió todo tipo de objetos que pudieran convertirse en un cincel. Los sencillos objetos cotidianos que pensaron usar eran increíbles. Necesitaba una vista de lince y una hoja más afilada.
Cavar resulto ser una tarea minuciosa. Cualquier evidencia debía ser escondida con cartón. Cada uno sacó las rejillas de ventilación de sus celdas. Todos ensancharon los orificios de 9 por 23 centímetros que ya estaban allí. Y aquí viene lo más sorprendente: la forma en que descubrirían que esto era posible.

15. Se derrumba desde adentro

Los cuatro criminales encontraron que las paredes de su celdas en Alcatraz podían ser de su propio beneficio para el plan. La penitenciaría ya estaba vieja y se desmoronaba. El agua salada de la Bahía de San Francisco fluía hacia las tuberías de los baños y la cocina. Y con los años erosionó las cañerías.
Las goteras de las tuberías rotas se filtraban en las paredes y erosionaban sus cimientos, desmoronando el cemento y haciéndolo fácil de rapar. Pero había un último y clave detalle que debían dilucidad: cómo enmascarar el sonido de su “trabajo”. Cierto, pero ¿cómo lo lograron?

16. Un eco muy útil

¿Cómo es posible que nadie escuche a cuatro hombres diferentes cavando hoyos en las paredes de una cárcel? Las reformas penitenciarias que recientemente se habían implementado les permitieron a los reclusos tocar su propia música. En esas horas, el estruendo era fantástico y se oía en los pasillos de Alcatraz.
Por lo general, los miembros del equipo trabajaron entre las 17:30 y las 21. En esa franja horaria cavaban los hoyos para escapar. Frank Morris tenía un acordeón y también aportaría su propia música para encubrir la tarea. La caja del instrumento tuvo un uso fundamental para ayudar a ejecutar su plan de fuga.

17. Chalecos y una balsa

Morris no solo podía tocar el acordeón para ocultar el ruido que hacían sus compañeros de equipo sino que el instrumento también podía ser remodelado y utilizado como un fuelle para inflar la balsa que tendrían que usar para fugarse. Justamente la balsa era lo último que quedaba por fabricar para completar el equipamiento.
De forma increíble, el equipo reunió unos 50 pilotos impermeables. Pegaron y cosieron las chaquetas y, milagrosamente, crearon una balsa inflable y chalecos salvavidas. Para los remos usaron restos de madera. Ya tenían todo, llegaba la hora clave.

18. La falla técnica de Alcatraz

Las salidas de aire en las celdas de la prisión conducían a un corredor común y, en mayo de 1962, Frank Morris y los hermanos Anglin ya habían cavado hoyos en las paredes de sus compartimientos. Y estos eran lo suficientemente grandes como para pasar a través de ellos. Una vez terminado el trabajo, se encontrarían con el paso más fácil de su plan.
El corredor en ruta a las tuberías no tenía vigilancia. Esto significaba que los cuatro reclusos podían escalar fácilmente los barrotes y abrirse camino unos nueve metros hasta el techo de la prisión. Bajo el techo, todos reunieron los materiales que utilizaron para las balsas. Sin embargo, les esperaba un problema.

19. Ruta de escape

Si bien el corredor de la prisión estaba fuera de la vista de los guardias, pero ¿cómo podrían llegar al techo de Alcatraz? La azotea estaba forrada con ejes que conducían al interior de la cárcel. Desafortunadamente para los cuatro cómplices, casi todos estos ejes habían sido cementados y cerrados.
Al parecer, estaban atrapados pero con desesperación seguían empujando las aberturas de los ejes con una llave para ver si alguno de ellos cedía. Sólo bastaría una tapa suelta. Después de una búsqueda frenética, la encontraron. El plan estaba completo.

20. La hora cero

Los cómplices ya tenían hasta el último detalle del equipamiento: desde las cejas en las caras de los maniquíes hasta los remos. En junio de 1962, la ruta de fuga estaba lista. Sólo restaba esperar a que Allen West terminara de cavar su hoyo.
Con todo listo, el equipo estaba preparado para iniciar la fuga (Allen West les dio la señal de que había completado el hoyo en su celda). Así, cayó la noche y con ella una indescriptible emoción. Pero de golpe algo no funcionó.

21. Falla inesperada

La noche del 11 de junio de 1962, cuando se apagaron las luces en la isla de Alcatraz, Allen West le indicó al equipo que había terminado de cavar. Era la hora de escapar. Los hermanos Anglin y Frank Morris se apresuraron a atravesar sus vías de escape. Pero Allen West no pudo hacerlo.
West había cometido un error fatal. Había alisado el concreto alrededor de su ventilación con cemento y este se había endurecido. Estaba atrapado. Morris trató de ayudarlo pero fue en vano. Cerca de las 21.30, el líder le pidió a West un vaso de agua. Más tarde, tomó una decisión desgarradora.

22. La fuga de Alcatraz

En poco tiempo, el equipo se dio cuenta de que no podrían ayudar a Allen West a escapar. No podían permitir que sus inconvenientes pusieran en peligro la única oportunidad de libertad que tenían. Con la balsa y los chalecos en la mano, se decidieron a completar su misión. Y el pobre West tuvo que quedarse en la prisión.
El trío fugitivo tuvo que cruzar al menos 30 metros de techo. Luego se deslizaron hasta el suelo a lo largo de 15 metros de tuberías. Se escabulleron de los s guardias que estaban fuera de las duchas y llegaron hasta la brumosa orilla. Una vez allí, inflaron las balsas y los chalecos. Y partieron a las 23.30. Jamás volverían a ser vistos de nuevo.

23. El impulso de West

Aún encerrado en su celda, Allen West se negó a rendirse. Con determinación raspó la rejilla de la abertura de ventilación. Y esta finalmente cedió. Así, West salió rápido en camino al techo. Y justo ahí tuvo una de las peores visiones de su vida.
Los otros tres no estaban por ninguna parte. Ya habían zarpado de la isla. West se dio cuenta de que nadando no llegaría muy lejos. Debe haber sido una dolorosa decisión pero el frustrado fugitivo volvió a su celda a regañadientes. Se fue a la cama y esperó la llegada del nuevo día.

24. La mañana siguiente

Las alarmas sonaban por los pasillos de la isla de Alcatraz. Los guardias hicieron un descubrimiento aterrador: vieron que debajo de las mantas lo que había eran maniquíes en vez de los reclusos. A partir de ese momento, comenzaron las búsquedas de los fugitivos que habían desaparecido de la fortaleza de  máxima seguridad de EEUU.
Mientras tanto, West esperaba en su celda. Al rato fue llevado a declarar ante las autoridades de la prisión. Alcatraz fue sellada por completo y durante los diez días subsiguientes, en un esfuerzo conjunto de militares, la Guardia Costera y la Policía, los alrededores de la cárcel fueron peonados en busca de los prisioneros que habían logrado huir.

25. El relato de West

Seguramente, West había pasado toda la noche preguntándose cómo escapar a través del enorme agujero en el respiradero de su celda. Sobre el final, Allen West cantó como un pajarito. Cumplió con las autoridades y explicó el esquema de escape completo, incluidos los detalles más minuciosos.
De acuerdo con su relato, el plan era remar cerca de cuatro kilómetros hasta la cercana isla Angel, descansar y luego continuar hacia el condado de Marin. Allí secuestrarían un automóvil, robarían una tienda de ropa y luego se separarían. West dijo que él fue el cerebro detrás de todo. Pero con esa confesión surgieron algunos problemas.

26. Agujeros en la trama

Gracias a su cooperación con las autoridades, West evitó ser acusado de conspiración para huir. Pero hay algunos agujeros cruciales en la trama. Según el informe del FBI, en los días posteriores a la fuga no se informó del robo de automóviles ni del asalto a una tienda de ropa en el área del condado de Marin.
West era conocido por su megalomanía. Es posible que los otros miembros del equipo pensaran que los deschavaría y por ello pudieron haber decidido otra estrategia mientras remaban. En la semana posterior a la fuga fueron hallados fragmentos de material impermeable y un remo en la orilla de la isla Ángel. Y Nada más. ¿Lo lograron? ¿Se ahogaron?

27. Olas peligrosas

Las aguas de la bahía de San Francisco son muy peligrosas, profundas y extremadamente frías (entre 10 y doce grados de temperatura la noche del escape). Hay corrientes agudas y, a veces, enormes tiburones blancos. Si la balsa hubiera fallado, incluso los chalecos salvavidas no podrían haber salvado a los tres hombres de la hipotermia por las aguas heladas.

28. Para la madre de John

Un documental del History Channel estrenado en 2015 abrió varios interrogantes. Los miembros de la numerosa familia Anglin afirmaron que durante muchos años recibieron tarjetas de Navidad firmadas de John y Clarence. Y la escritura a mano resultó ser auténtica. Sin embargo, las tarjetas no no podían ser fechadas.
Un rumor instalado durante décadas indicaba que los hermanos Anglin se habían mudado a Brasil. Esa teoría ganó adeptos cuando apareció una foto de los dos hermanos, tomada supuestamente por un amigo de la familia cerca de su granja brasileña. Según expertos forenses, a pesar de los lentes de, era probable que fueran ellos. ¿Entonces lo lograron?

29. Los muchachos de Brasil

Claramente, los 11 hermanos Anglin esperan que John y Clarence estén vivos. En 2010, en su lecho de muerte, Robert Anglin realizó una confesión impactante a su familia: dijo que había estado en contacto con sus hermanos hasta 1987 cuando ya no supo más nada de ellos.
Por otra parte, también hay informes de dos mujeres muy maquilladas que asistieron al funeral de la madre de los Anglin en 1978, un lugar repleto de agentes del FBI. Aunque los Anglin sobrevivientes tuvieran ganas de buscar a sus hermanos en Brasil, ellos podrían ser arrestados por intentarlo. Porque, para Interpol, el caso de la fuga de Alcatraz, sigue abierta.

30. Un nuevo capítulo

En 2013, la misteriosa misiva llegó al Departamento de Policía de San Francisco y rápidamente el caso se volvió sensación en las noticias. Si el texto críptico se aceptase como real, entonces ofrecería un nuevo y desconcertante giro de los acontecimientos. John Anglin, su supuesto autor, afirmó que estuvo viviendo en Dakota del Norte.
También explicó qué ocurrió con sus dos cómplices, Frank Lee Morris y Clarence Anglin: “Frank murió en octubre de 2008. Su tumba se encuentra en la Argentina con otro nombre. Y mi hermano en 2011”. Pero esto no acabó allí. John propuso un trato.

Desesperado por conseguir ayuda, Anglin propuso lo siguiente: “Si anuncian en la TV que me prometen ir primero a la cárcel por no más de un año y recibir atención médica, les responderé para indicarles exactamente dónde me encuentro. Esto no es una broma”. ¿Qué decidió la Policía?

Desesperado por conseguir ayuda, Anglin propuso lo siguiente: “Si anuncian en la TV que me prometen ir primero a la cárcel por no más de un año y recibir atención médica, les responderé para indicarles exactamente dónde me encuentro. Esto no es una broma”. ¿Qué decidió la Policía?

La carta fue escaneada en busca de huellas dactilares. Su texto fue comparado con muestras de escritura a mano de los tres fugitivos de Alcatraz. Ningún resultado fue concluyente pero, de acuerdo con la estación de noticias de San Francisco que puso luz sobre la historia, el análisis del FBI “indica que sí y que no”, por lo que todo queda en la nada misma.

31. No hay ningún acuerdo 

John Anglin, el fugitivo de Alcatraz que supuestamente escribió la carta de 2013, aseguró que estaba viviendo en el sur de California. Y agregó que estaba muy enfermo de cáncer y que necesitaba ayuda, incluso con el costo de volver a prisión. 

Desesperado por conseguir ayuda, Anglin propuso lo siguiente: “Si anuncian en la TV que me prometen ir primero a la cárcel por no más de un año y recibir atención médica, les responderé para indicarles exactamente dónde me encuentro. Esto no es una broma”. ¿Qué decidió la Policía? 

32. Investigación de la carta 

Luego de que la misiva llegase a las manos del FBI, los expertos la examinaron en busca de más pistas. Pero no pudieron llegar a ninguna decisión con respecto a la propuesta del autor hasta que se pudo probar, más allá de la razonable duda, que él que la había escrito era realmente John Anglin. 

La carta fue escaneada en busca de huellas dactilares. Su texto fue comparado con muestras de escritura a mano de los tres fugitivos de Alcatraz. Ningún resultado fue concluyente pero, de acuerdo con la estación de noticias de San Francisco que puso luz sobre la historia, el análisis del FBI “indica que sí y que no”, por lo que todo queda en la nada misma.

33. Aún son criminales

A diferencia del FBI, el Servicio de Alguaciles de EEUU nunca cerró el caso de la fuga de Alcatraz de forma oficial. De hecho declararon que es posible que los tres sospechosos hayan sobrevivido. Sin embargo, desestimaron la veracidad de la carta de 2013. De todos modos, hicieron una advertencia.
En 2018, en una declaración posterior a la publicación de la carta, el Servicio de Alguaciles de EEUU advirtió con severidad: “No hay absolutamente ninguna razón para creer que alguno de ellos hubiera cambiado su estilo de vida y se hubiese convertido en un ciudadano respetuoso de la ley”.

De esta forma, la Policía seguirá buscando hasta que los sospechosos alcancen la edad de 99 años o se demuestre que han muerto.

34. Giro científico

En 2014, los programadores holandeses presentaron algo increíble que contradecía al FBI. Ellos construyeron un modelo digital para estudiar las corrientes de agua en la Bahía de San Francisco que rodean a Alcatraz y “lanzaron” una balsa virtual hacia el norte cada media hora entre las 22 y las 4 (el lapso que duró la fuga).
Y vaya que encontraron algo: si el trío se hubiera escapado antes de las 23, habría sido arrastrado al mar. Pero asumiendo que el grupo se fugó cerca de las 23.30, las corrientes marítimas los hubieran depositado justo al condado de Marin. Así… ¡Es probable que que hayan escapado y sobrevivido!

35. La fuga irresuelta

No importa si decidimos creer la sorprendente carta de 2013 o no. Hoy hay demasiados interrogantes que no tienen respuesta. Si asumimos que el trío que escapó de Alcatraz aún está con vida -más allá de lo que dice la carta- Frank Lee Morris tendría 92 años, John Anglin 88 y Clarence 87.
Hay algo evidente que se sostiene en el tiempo: el caso aún sigue está abierto. Si alguna vez los fugitivos son descubiertos, todos los organismos encargados de hacer cumplir la ley todavía los considerarán responsables de sus delitos. Mientras tanto, todo lo que podemos hacer es evaluar las pistas y decidir por nosotros mismos el final de la historia.

Vía: Directexpose